27 de octubre de 2008

AMMAR

Por Marcelo Lucero

“En 1994 nos empezamos a organizar por nuestra libertad. Queríamos dejar de ir presas”. Así comienza el cuento de hadas o, mejor dicho, el cuento de trabajadoras sexuales nucleadas en el gremio “Asociación de Mujeres Meretrices Argentinas” (AMMAR), que funciona en la Central de Trabajadores Argentinos (CTA).
Esta historia tuvo su versión cordobesa a partir de 1999, de la mano de María Eugenia Aravena, secretaria general de AMMAR.




Eugenia cuenta que la filial se inició al observar la necesidad común de que “el trabajo sexual sea reconocido como trabajo digno, para mejorar las condiciones laborales actuales” en la calle. Antes de la creación de AMMAR Córdoba, el trabajo sexual callejero estaba “naturalizado como un delito” por parte de quienes hoy forman el gremio y las demás trabajadoras.

Club Atlético AMMAR
Imaginá por un momento que AMMAR es un equipo de fútbol y comienza un campeonato. La situación con la que se encuentra es la siguiente:

El equipo. La mayoría de sus jugadoras llegó al club por falta de oportunidades para realizar otro deporte. El 90% de ellas no terminó el colegio, siete de cada diez tienen hijos y son el sostén económico de sus familias. En total suman alrededor de 500 jugadoras en toda la provincia. No tienen lugar como equipo: la mayoría de la gente las llama putas, prostitutas, gatos, y no aceptan su autodenominación como trabajadoras sexuales; por otra parte, hace dos años presentaron los papeles correspondientes para ser reconocidas como entidad gremial y todavía esperan respuesta.

La cancha. Las líneas no están bien marcadas y se cobra penal en cualquier punto del campo. “En el interior, la mayor problemática es la represión policial arbitraria. En Córdoba, excepto en el centro, ya se dejó de perseguir a las chicas”, afirma Eugenia. El artículo 44 del Código de Faltas pena a la “prostitución molesta o escandalosa”. Habría que preguntar a algunos policías si les molesta o les parece escandaloso que AMMAR denuncie ante el Ministerio de Gobierno maltratos por parte de oficiales a sus representadas, que porten preservativos en sus carteras o que no deseen pagar coimas por trabajar, así entienden por qué las detienen.

El rival. La policía, fuerza encargada de aplicar la ley, de controlar las calles, de que la vida social sea posible, se vio implicada en el asesinato de la secretaria general de AMMAR Rosario, Andrea Machado, quien denunció la complicidad de la institución policial en la trata de personas y la prostitución infantil. Además, el gremio denunció en reiteradas ocasiones el abuso policial observado en detenciones arbitrarias, en las que no se toma registro del ingreso de las detenidas a la dependencia policial, como si nunca hubieran estado allí, ni se le avisa al juez de primera instancia o el mismo comisario es, a la vez, juez de primera instancia; se solicitan sobornos y favores sexuales, y se provocan agresiones que en algunos casos llevan a pérdidas de embarazos.

El árbitro. No existe una línea clara entre quienes juegan contra AMMAR y quienes deben dirigir el partido. El Gobierno y la Justicia no ven nada, nunca sacan tarjetas, están comprados o no les interesa el partido. Proxenetas, trata de personas, impunidad, corrupción, complicidad policíaca, no forman parte del limitado léxico que manejan los dirigentes políticos para prometer en las campañas electorales. No hay políticas serias y concretas que incluyan estos problemas. Tampoco existen propuestas para la reinserción en otros ámbitos de trabajadoras sexuales cansadas de su trabajo, ni servicios de obra social.

Los Medios de Comunicación. T y C no televisa sus partidos ni Victor Hugo se enoja con su hinchada. La entrevistada dice que si no hay un titular muy llamativo, los medios no se interesan. Según Aravena, La Voz del Interior no consulta al gremio y publica notas superfluas con errores gruesos. “La otra vez salio una investigación de Villa Maria, denigrando a las chicas que estaban trabajando. No hacen un análisis profundo sobre la trata de personas. Villa María y Río IV son dos de los centros de proxenetismo más grandes del país. No tocan a los municipios, jefes departamentales, ministerios, no nos consultan para hacer las notas”.El único periodista de un gran medio de Córdoba que las consulta es Miguel Clariá.

¿Por qué no prostitutas?
“Prostitución es una palabra muy amplia. Puede ser prostitución intelectual, material… Es una palabra muy denigrada. Nos asumimos como trabajadoras” reflexiona Aravena. Esta es una lucha política con el uso del lenguaje: pasan de ser objetos sexuales, putas, gatos o prostitutas, para ponerse al mismo nivel que cualquier trabajador y poder luchar en el campo político como un grupo orgánico más con derechos, voz y voto. Es un paso para apropiarse de los derechos políticos que tienen como integrantes de una sociedad, pero que hasta hoy les fueron negados. Al decir: “somos trabajadoras sexuales”, están diciendo que, además de trabajar, sienten, piensan, discuten, tienen familias y deseos. Son sociedad y exigen que se las trate como tal.



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