8 de septiembre de 2008

La delgada línea que separa heroísmo y traición

Por Ezequiel Giletta
Colaborador de Senda Política y Social

La historia política del país se ha debatido en la dicotomía. Saavedristas y morenistas, unitarios y federales, conservadores y progresistas, radicales y peronistas…

Sin duda que el peronismo ha contribuido enormemente a la polarización de la opinión y el gusto político, y quizás haya reforzado esta situación la proscripción del mismo durante casi veinte años. No es lo que nos convoca en este caso. El tinte histórico es la excusa para demostrar que otra vez la opinión política es en código binario: ¿Cobos héroe o traidor?

A algún partidario del justicialismo en tono socarrón se le escaparía el comentario de que “no se puede confiar nada en un radical”. Un radical que, casualmente, fue expulsado del centenario partido al aceptar formar parte de la transversalidad y la concertación propuesta por el kirchnerismo siendo el compañero de fórmula de Cristina Fernández.

La palabra traidor suena realmente dura, áspera. Y héroe suena a término grandilocuente, excesivo. Sin embargo todo discurre entre eso.

El Vicepresidente fue criticado desde el seno del Gobierno por diversos Ministros cuando convocó a Gobernadores a discutir la problemática que aqueja al país.

El presidente de la bancada oficialista en el Senado, durante el debate del proyecto de retenciones móviles, con oratoria convincente y analogías excelsas, abrió el fuego al hacer cita de autoridad con una frase evangélica indicando cumplir rápidamente con la traición. Un discurso con blanco conocido, sin rodeos: apuntaba al presidente de la Cámara y adelantaba lo que iba a ocurrir. El beso de la traición fue el voto “no positivo” del Vicepresidente al proyecto oficialista.
Desde el constitucionalismo podría indicarse, como hizo algún legislador, que el Vicepresidente, como presidente nato del Senado, representa al Poder Ejecutivo en la Cámara Alta y que en caso de empate no debe legislar sino representar al Ejecutivo, es decir, acompañar la propuesta oficial. En este caso, no sólo existe deslealtad en los términos antes propuestos sino inconstitucionalidad en la decisión.

Sin embargo, al pisar suelo mendocino, el ex Gobernador de la tierra del sol y el buen vino fue recibido como un héroe por un pueblo orgulloso de haberlo parido, como ocurre muchas veces cuando un deportista consigue algún logro individual o es parte de un triunfante colectivo y regresa a su tierra natal. Podría pensarse que en Mendoza, Cobos juega de local, mas no se puede negarse que el resultado de la votación del 17 de julio en el Senado fue literalmente festejado en muchos lugares del país.

El voto “a conciencia” del Vicepresidente hizo que ganara luminosidad su persona y su cargo, casi invisible en la política argentina. Ante tanta conflictividad logró apagar el fuego de un incendio que parecía que iba a devorar a todo un país, y que ya era insostenible luego de cuatro meses. Esto generó que mucha gente lo considere como alguien confiable y serio dentro del Gobierno, ante la brutal caída de la imagen presidencial.

Ahora bien, ¿por qué aún con lo que logró su decisión es tan cuestionado? Quizás Cobos no entienda el corazón peronista y la forma en que debe moverse en ese círculo, donde la lealtad es más importante que cualquier conciencia. Y es que a Kirchner y Cía. más que la supuesta traición les duela la derrota y escondan su dolor tras la primera.

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