6 de diciembre de 2008

El rol del Estado frente a la actual crisis financiera internacional

Por Christopher Kiessling

Aclaraciones previas: Esta nota se plantea como una respuesta tentativa a la cuestión problemática sobre el rol adoptado por los Estados frente a la actual crisis financiera internacional. El problema central radica en responder si el rol del Estado en la presente crisis se debe interpretar como un reforzamiento o como un debilitamiento en las capacidades de intervención del Estado en la economía.


En la nota es citado con frecuencia un artículo escrito por Peter Evans en 1995 titulado El Estado como problema o como solución. En este artículo, Evans critica la falsa dicotomía entre “liberales” y “desarrollistas” sosteniendo que para cualquier programa de política económica que se pretenda eficaz, se precisa un Estado con capacidad de actuación y con autonomía respecto a los actores sociales pero a la vez vinculado con ellos a través de redes sociales sólidas.
Hechas las siguientes aclaraciones, aquí se presenta la argumentación:

La emergencia de la crisis financiera internacional, prevista sin embargo desde ya hace unos años, encuentra a los Estados en el mundo (en líneas generales y según mi parecer sobre todo a Estados Unidos y a los países europeos) poco preparados para enfrentar la crisis. Es ya sabido que la globalización económica y la formidable expansión del comercio internacional de las últimas décadas del siglo pasado en la mayoría de los Estados del mundo (el continente africano es una excepción en este sentido) requiere economías más abiertas que han hecho más permeables las fronteras, por lo menos a nivel de integración regional. Esta mayor apertura comercial sumado a la intención manifiesta por parte de varios gobiernos de desmantelar el Estado de bienestar, al menos desde los programas de reforma y ajuste estructural, reducen las opciones de política económica autónoma. La consecuencia principal de este hecho se sufre frente a situaciones de crisis, se tienen menos respuestas al alcance de la mano.
La caída de Fannie Mae y Freddie Mac, dos colosos del sistema financiero estadounidense, y su posterior nacionalización (colocar “bajo supervisión”) por parte del gobierno federal son un ejemplo de lo antedicho. ¿Qué otras opciones le quedaban al gobierno de Estados Unidos? Warde identifica sólo dos: Permitir la quiebra de las instituciones bancarias y correr el riesgo de contagios sucesivos que derrumben todo el sistema financiero, y por lo tanto repercutan en forma demoledora sobre la economía real; o permitir su salvataje mediante fondos soberanos de Asia o Medio Oriente, lo que dejaría al sistema financiero estadounidense en manos de sus principales rivales, ya no en materia económica sino política. Frente a estas opciones, el gobierno de Estados Unidos se decidió a comprar.
Dentro de este panorama se puede enmarcar el análisis haciendo referencia al concepto de capacidades de Estado. Como bien señala Evans, las posibilidades de actuación del Estado están determinadas por su capacidad, tanto en la creación, promoción así como la regulación de los mercados. El mercado financiero no escapa a estas consideraciones. En el contexto de la segunda ola de teorías sobre el Estado y el marco de desconfianza hacia lo estatal, la doctrina del “laissez-faire” contó con un alto respaldo, y se permitió el crecimiento desenfrenado de la burbuja inmobiliaria con resultados perjudiciales. La intervención llegó en forma tardía, torpe, cuando ya es probablemente demasiado tarde para evitar el resentimiento de la economía real.
Asimismo, considero que el rol que han adoptado los Estados frente a la crisis financiera no amplía las capacidades de actuación del Estado y puede llegar a mermar aún más las mismas. La clave está en la forma en que se condujo el Estado. Frente a comportamientos económicos errados por parte de los agentes financieros que en circunstancias habituales hubieran sufrido su sanción (quiebra de la empresa y desaparición de la misma), el Estado compulsivamente procedió a su salvataje con el objetivo de evitar el colapso. La preocupación debe radicar, como lo han señalado funcionarios y congresistas, en el precedente que sientan estas acciones. Cualquier empresa que posea suficientes recursos de poder tales que su desaparición se suponga perjudicial para terceros, podría así especular con la protección que le brindaría el Estado con recursos públicos y actuar en consecuencia menos responsablemente.
Esta “complicidad” entre grandes empresas y el Estado no genera un incremento de la capacidad del mismo, sino posibles constricciones así como un posible descenso de su grado de autonomía relativa. La clave para aumentar las capacidades del Estado radica a mi entender en el remedio que plantea Evans, la generar redes sociales que vinculen al Estado con el capital y al Estado con los trabajadores sumado a los esfuerzos constantes con el objetivo de construir la mayor autonomía posible desde el propio Estado. Lo que tenemos entonces es un Estado con autonomía enraizada, dinámico, inteligente y capaz de actuar activamente en forma preventiva a las crisis.

Quien leyó este artículo también le intereso El Estado Argentino (un poco de Historia)

No hay comentarios: